Cuando el invierno resultaba riguroso era necesario trasladar todo el campamento tierra adentro en busca de la carne de Guanaco, se permanecía poco en el sitio donde se hallaba el campamento, si se ocupaba un territorio ajeno era la costumbre pedir “permiso” al dueño de dicho lugar , se lo invitaba a cazar Guanacos por medio de un ritual. El dueño debía otorgar la hospitalidad merecida a cambio de pieles.
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